Acabo de terminar de leer
“La muerte de Iván Ilich” de Tolstoi
Una maravillosa reflexión sobre el tormento de una muerte larga y agonizante, donde además de los dolores físicos, atormentan y hacen estremecer el cuerpo del protagonista, los dolores del alma.
Tolstoi, a través del protagonista de su historia hace una reflexión, un darse cuenta de que la vida que uno ha vivido, no ha sido una vida vivida, sino una vida simulada.
Este darse cuenta, en esos momentos de enfermedad grave que le está llevando a la muerte, llenan el alma de sufrimiento. Es un momento de “despertar”, de darse cuenta de que la posibilidad de vivir se ha consumido y no hay vuelta atrás.
Esta idea me lleva a reflexionar sobre mi propia vida y sobre la consciencia que tengo de estar viviendo mi vida en conciencia y plenitud.
La pregunta que se hacía Iván en los últimos días de su vida, era:
¿Y si toda mi vida, mi vida consciente, ha sido de hecho lo que no debía ser?
A él, a Iván, le había parecido, mientras vivía su vida, que si la vivía como debía de vivirla, pero ahora que está a pocos días de su ultima exhalación le inquieta el pensar lo contrario y la idea que le asalta es que “su vida ha sido una mentira”.
Mientras leía las palabras de Tolstoi, me preguntaba: ¿a que se referirá con la frase “vida consciente”? Por el contexto, entiendo que llama vida consciente a la vida de la que se da cuenta que estaba viviendo, pero de la que parece que muy consciente de como la vivía no estaba.
Darte cuenta cuando estás agonizante de que no te apetece estar cerca de ninguno de los que se supone son tus seres queridos, como su mujer o sus dos hijos, debe de ser desesperante, frustrante y llenarte de amargura y mal humor.
Sigo reflexionando sobre mi misma y la vida que estoy viviendo y me sigo preguntando cuanto de consciente soy de la manera en que vivo mi vida.
De cuanto me hago responsable de mis circunstancias y de cuanto soy consciente de que de alguna manera las genero yo misma.
Esta reflexión me lleva a pensar en estos dos años que todos nosotros hemos pasado.
Todos hemos vivido en estos años, emociones más fuertes de lo habitual. Emociones como el miedo, la incertidumbre, la inseguridad y estoy segura de que para todos, la pandemia nos ha hecho experimentar la vida como un antes y un después.
Para mi la reflexión en este momento y es el momento al que me vuelve a traer la lectura de este librito es ¿cuanto de consciente estoy viviendo mi vida?, ¿cuanta responsabilidad estoy asumiendo en esta vida que estoy viviendo? Estas preguntas me las he respondido y estoy tomado acción responsable para cambiar cosas de las que no me sentía satisfecha.
Y esto llevado a mi profesión, me hace reflexionar sobre la incidencia que esta pandemia ha tenido en la salud y en el bienestar en general de las personas.
En las empresas que se preocupan por el bienestar de sus trabajadores y hacen encuestas de clima laboral, salud y bienestar, se están dando cuenta que hay muchas personas que se sienten con estrés, causado fundamentalmente por falta del buen descanso por no saber como desconcertar del “on line”.
La propuesta que hago es preguntarnos de vez en cuando y creo que el comienzo de un nuevo año es un buen momento:
1.- ¿La vida que vivo es la que quiero vivir?
Si la respuesta es si: ¡Enhorabuena!
Si la respuesta es no, estas son algunas preguntas que puedes hacerte:
¿Qué es lo que menos me satisface de mi vida?
¿Puedo hacer algo para cambiarlo?
Si la respuesta es no, lo mejor es hacer un ejercicio de aceptación, de ver la causa de la insatisfacción desde otra perspectiva o una perspectiva más amplia, el abrir el corazón y ser compasivos, al menos con nosotros mismos suele ayudar.
Si la respuesta es si: puedes preguntarte ¿Qué pequeños o no tan pequeños cambios puedo ir haciendo que pueda mantener a lo largo del tiempo y que me puedan llevar a cambiar eso que causa mi insatisfacción?
Yo, a este ejercicio lo llamo, tomar consciencia de mi misma, darme espacio para hacerme preguntas y responderlas desde la más absoluta honestidad.
El siguiente paso es tomar acción. A esta acción, me gusta llamarla acción responsable, porque me hace darme cuenta de que haciendo cambios de cosas que están bajo mi responsabilidad, puedo cambiar las cosas que me generan insatisfacción y al cambiarlas generar satisfacción para mi y por lo tanto para los que me rodean también.
Te animo a que hagas la propuesta y que lleves un diario donde apuntar los progresos para que puedas darte cuenta de lo valioso y reconfortante que resulta conseguir cosas que en principio nos parecían imposibles.
Tenemos mucho poder, tenemos el gran poder de ser el motor del bien estar de nuestras vidas.
¿Te vas a seguir quejando?
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